miércoles, 29 de agosto de 2018

UNIDAD 3: La Evaluación de la Enseñanza

En esta Unidad 3 abordamos la Evaluación de la Enseñanza en el marco del desarrollo curricular y desde los nuevos paradigmas los cuales no iluminan solo la evaluación de los estudiantes sino que apelan al espíritu democrático de la evaluación, haciendo de ésto un acto participativo que involucra a toda la comunidad educativa.

Y referenciar a toda la comunidad educativa es además incluir el derrotero de la misma, su historial, su contexto, el momento histórico, la cultura institucional, el proyecto político del momento y la propuesta pedagógica de la época... como podemos advertir, la evaluación de la enseñanza se haya atravesada por múltiples dimensiones que la moldean, la determinan e inciden en su concepción, las cuales no podemos soslayar cuando hacemos un juicio de valor, es decir: cuando evaluamos. 

Me pareció muy interesante el planteo de Santos Guerra (1994) cuando habla de la evaluación de la enseñanza como diálogo, "pero el diálogo tiene una doble finalidad: por una parte, trata de generar comprensión del programa y, por otra, de mejorar la calidad del mismo." (Santos Guerra, 1994:5). Ese diálogo debe garantizar un clima de libertad, de seguridad para que realmente sea fecundo y productivo de cara a la construcción colectiva de conocimiento de la realidad educativa.


Desde la perspectiva de este autor, la evaluación  presenta las siguientes características:


De ese diálogo se espera una mejora del programa actual y del que vendrá, porque este diálogo reflexivo será la base de la innovación en tanto mejora, que se va gestando en el cruce de motivaciones, expectativas, intereses y valores. Es oportuno destacar que no todo cambio trae de suyo una mejora. "Lo que sucede con la evaluación es que permite descubrir, a través de la comprensión, en qué consiste la auténtica mejora de los programas." (Santos Guerra, 1994:10).

Como suele suceder con la mayoría de los conceptos en educación, éstos suelen ser polisémicos y allí está la primera dificultad: el acuerdo acerca de qué estamos hablando, aunque casi siempre evoca al comparativo, "algo" -un programa o una institución en nuestro caso- es mejor que otra cosa, de acuerdo al paradigma de su tiempo. 

Si además estamos hablando de Educación Superior en el Entorno Virtual -de eso se trata el caso que tomo para el análisis-, a la variable pedagógica le estamos sumando la tecnológica; ambas son dimensiones evaluables y concebida la evaluación como una práctica social, tal como he mencionado al comienzo de esta entrada, sus implicaciones y consecuencias son para todos los actores involucrados. Es por ello que la evaluación y acreditación de la instituciones, refieren a la evaluación y acreditación de determinados proyectos de impacto en la sociedad. De manera que lejos de burocratizar este proceso y en sintonía con lo antedicho, es menester plantear una evaluación que permita comprender lo que está sucediendo y abrir el debate participativo acerca de cómo mejorarlo, de cara a instituciones que brinden la posibilidad de acceso a mayor número de personas, lo que conocemos como democratizar la educación superior. Con este horizonte es que la mayoría de las Universidades diseñan espacios formativos a distancia o virtuales, para achicar la brecha geográfica y/o favorecer la inclusión de todos.


Pero... ¿Cómo indentificar variables que den cuenta de la calidad en este escenario? Barberá (2008) señala en primer lugar dos dimensiones al respecto: una macro, en donde la mirada se instala en el uso de la tecnología a nivel institucional indagando acerca del impacto de la tecnología en el proceso de enseñanza y la identificación de las tecnologías más adecuadas para la educación virtual. La otra dimensión, es en el plano micro. Allí se indaga sobre lo que sucede en el aula, en la interacción entre estudiantes y profesores, estudiantes entre sí y tal vez requiera de una mayor implicación por parte del docente. Aquí no se trata de visualizar cada variable individualmente, sino en la dinámica de la interrelación en el contexto de la enseñanza aprendizaje en línea. Pero la autora suma una instancia más, una instancia intermedia que es poco accesible y que no se refleja fácilmente en pantalla y son las acciones simbólicas que desarrollan tanto docentes como estudiantes al recuperar el producto de las interacciones y que generalmente son en solitario, por ejemplo: el docente que planifica sobre la base de la interacción en un foro o el estudiante que modifica su espíritu participativo a partir del trabajo en un sitio wiki. Este nivel Barberá lo llama meso y que según la autora resulta iluminado por los aportes de la herramientas 2.0 que favorecen la construcción interna personal, como si se tratara la materialización de su PLE -valga la metáfora-. En este nivel confluyen la interactividad tecnológica (la organización y estructura del intercambio que facilita la tecnología) y la interactividad pedagógica (aspectos relacionados con el diseño instruccional y las decisiones pedagógicas).

En el caso de la Universidad de la Habana, considero que los docentes de la experiencia han asumido el rol del Profesor 2.0 que señala Barberá (2008), puesto que no solo han hecho una selección pensada de herramientas para el aula y han favorecido la interactividad de todos los participantes, sino que además han administrado los medios para tener una visión de conjunto de cara a la mejora y no de simple cambio, iluminando la interactividad tecnológica y pedagógica. Por otro lado y tal como podemos visualizar en la introducción del documento, se trata de una decisión institucional, con lo cual entiendo que involucra a mayor cantidad de voces y para ello es necesario seleccionar metodologías y diseñar instrumentos. En este caso, como en el caso de UVQ (1) se recurrieron a encuestas a los estudiantes cuyos resultados se sumaron al análisis de los resultados de las evaluaciones y participación general de los alumnos en el curso.

Queda claro que autoevaluarse a nivel institucional requiere de la elección de un marco teórico solidario con la cultura institucional, el diseño de los instrumentos adecuados que aprovechen el uso de las tecnologías propias del entorno virtual, voluntad de aprendizaje y fundamentalmente de una decisión institucional en términos de micropolítica, de cara a la innovación y la calidad.

(1) En López, S. y Campi, W. (2013). El Desafío de la Autoevaluación: La Experiencia de la Secretaría de Educación Virtual, UNQ”



BIBLIOGRAFÍA:

Barberà, E. (2008). Calidad de la enseñanza 2.0. Revista de Educación a Distancia, Número Monográfico VII, diciembre. Murcia.

Campagno. L. (2009) “La complejidad de los procesos evaluativos en los programas de educación superior a distancia”. En: Pérez, Sara y Adriana Imperatore (compiladoras), Comunicación y educación en entornos virtuales de aprendizaje: perspectivas teórico-metodológicas, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, pp.143-157.

Santos Guerra, M. A. (1994) “La evaluación: un proceso de diálogo, comprensión y mejora”, en Aportes para el Trabajo Docente.

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